Uy, muchos dirán “¿cuál?”, sobre todo los más jóvenes pero hubo una generación que aún no llega a los 30 que fueron testigos de la feria que se llevaba a cabo primero en Los Lagos y después, ante tanta asistencia, a la Central de Abastos.
Pero primero, vamos a recordar la de Los Lagos, esa que se instalaba de, la antes, Casa de Artesanías, hasta casi donde estaba la entrada a la calle (ahora cerrada) que conectaba con el estadio, el Quirasco y el estacionamiento del hospital del IMSS.
Ya casi en sus últimos años, que estamos hablando eran los años noventa, en ese lugar muchos fueron testigos de la llegada de los juegos mecánicos. Cómo olvidar esa mega máquina llamada “Martillo”, era la gran atracción tanto para los que se subían como para los que desde abajo y escuchaban, divertidos, los gritos de las personas de cabeza.
Todo lucía mejor de noche, cuando las luces de los juegos mecánicos y de los puestos alumbraban todo el paseo.
Cómo olvidar esos pollitos pintados de colores, los juegos de canicas, de tiro al blanco, incluso hasta un “potro salvaje”, era diversión totalmente para la familia pues rara era la vez que se escuchaba sobre algún percance con delincuentes, no, al contrario, se podía caminar de regreso a casa ya entradas horas de la noche sin ningún problema.
Este evento ofrecía venta de artesanías y productos regionales y artículos como juguetes de plástico, para el hogar, un poco de ropa de moda, el inolvidable “señor de las cobijas”, puestos de comida como tacos al pastor, pizzas, el pan de feria y las infalibles fresas con crema.
Llegados los años 2000 se decidió mudar la feria a un recinto más amplio: la Central de Abastos. Sí, estaba muy lejos antes, pero funcionaba ya que era un espacio amplio donde se podían hacer otras actividades como por ejemplo hacer conciertos masivos en el palenque o en el teatro del pueblo.
Pero los problemas llegaron a este lugar pues se convirtió en una feria llena de alcohol y por ende de vandalismo. También se convirtió en un tianguis pues se priorizaba a los comerciantes y se dejaban de lado otras actividades culturales.
Este fue el declive de la feria y ahí, su fin. Tan enterrada quedó que no ha habido desde entonces, algo que se le equipare o la supla.
Nadie se ha puesto las pilas para traer de nuevo esa feria con ese espíritu familiar y resulta curioso que no pase puesto que Xalapa, la capital del estado, no tienen una feria, y ciudades como Coatepec y Banderilla se han apropiado del público y no es para más, pues sus ferias son muy organizadas y con más calidad.
Cuéntanos qué es lo que más recuerdas de esa feria, ¿tienes fotos que quieras compartir para recordar cómo era? Nos gustará leerte.