La señora Juana Varela trabajó como sirvienta hace muchos años en una casa de la calle Rebsamen, cerca del sindicato del seguro social. Los patrones le contaron que antes de ser propietario de ese lugar, la vivienda había servido de burdel, y que una desalmada mala nota mandaba entregar a los hijos de las mujeres que dividían en una ocasión, los dueños decidieron agrandar la casa y tiraron algunas paredes. Los albañiles se llevaron una gran sorpresa al encontrar entonces, pequeños huesos humanos.
Fuente: ‘Historias, cuentos y leyendas de Xalapa’ 3ra Edición 2011