Es nuestra tradicional fiesta de muertos, así que esta semana les traeré algunas historias y leyendas populares del pueblo Xalapeño.
Hace mucho tiempo, por el camino antiguo a Naolinco, vivía sola una mujercita como de 40 años, en un cuarto de tabla, en despoblado. Los pocos vecinos que por ahí habitaban la veían con malos ojos.
Sucedió una vez que la enanita se hirió la planta del pié con un clavo oxidado, agarrándole una tremenda infección que la llevó a la tumba, por más que ella había intentado aliviarse con remedios caseros.
Pasado los años, cuando el vecindario había construido más viviendas, unos niños acostumbraban a jugar en el lugar donde la bajita señora murió. En una oportunidad, los pequeños vieron detras de un árbol asomarse a una niña vestida con ropa de grande. Los asustó tanto, que se pusieron a temblar y a llorar fuertemente.
En ese momento su mamá atendió los lloriqueos, saliendo a ver que sucedía. Los hijos le contaron lo que se les había aparecido, pero la señora no se preocupó, pensando que podía tratarse de cualquier niña que quería espantarlos.
Al otro día, ocurrió lo mismo; fué entonces que la señora decidió esperar a la mañana siguiente a la persona que se metía con sus chiquillos.
En un principio, la mujer vió que una niña sacaba la cabeza detrás del tronco y volvía a esconderla. La madre se dirigió enojada , dispuesta a reprender a la pequeña. Ella fué la que se llevó el mayor susto, cuando reconoció en la figura a la enanita que se había muerto hace años, y a la que nadie le prestó un humano auxilio.
La enanita la miró amenazante, lo que hizo que la señora regresara a su casa y narrara inmediatamente a los vecinos lo que había visto, aconsejando vigilar que los hijos jugaran cerca de sus casas , porque había advertido una señal de venganza en los ojos de la enanita.
El sobrecuidado no sirvió de nada. Cinco niños, de diferentes familias, al poco tiempo enfermaron por herirse la planta de los pies con un clavo, que les trasmitió la gangrena, llevándolos a la tumba.