Hace algún tiempo, un señor abrió un restaurante en la calle revolución. Dicen que sólo mantuvo funcionando durante ocho meses aproximadamente. La razón fue porque cada noche, como a las 11, algún cliente siempre se caía de la silla. Al principio, no le daba de importancia, pero la voz se empezó a correr y ya casi nadie iba a cenar. Entonces, pensó en hacer publicidad extra, para eso mandó a que tomaran fotos de las dos armaduras que estaban en la entrada. Cuando se las entregaron, se impresionó muchísimo porque habían salido con ojos como carbones encendidos. Decidió clausurar el local, pensando que esos fenómenos se debían a que en la casona donde estaba el restaurante, antiguamente vivía una familia española, en la que el padre había violado a su hija, a causa de esto todos andaban en pena, molestando y fue imposible seguir trabajando ahí.
Fuente: ‘Historias, cuentos y leyendas de Xalapa’ 3ra Edición 2011