El Esclavo moribundo es una escultura que hoy en día se encuentra frente a la puerta de entrada del Ágora de la Ciudad, en el Parque Juárez.
Se trata de una réplica que surgió del proyecto de Miguel Ángel Buonarrotti en 1503, el cual estaba pensado para el Mausoleo de Julio II, pontífice de la iglesia Ctólica, Apostólica y Romana, donde incluía varias esculturas en mármol que llevarían el nombre de Esclavo rebelde, el Esclavo moribundo, el Esclavo barbudo, el Esclavo joven y el Esclado Atlante. Sin embargo se modificó significativamente el proyecto.
Miguel Ángel comenzó la escultura después de realizar la pintura para la bóveda de la Capillas Sixtina.
La escultura es de una belleza formal y espiritual y presenta un claro contrapposto, este término italiano se refiera a la oposición armónica de las distintas partes del cuerpo de la figura humana, lo que proporciona cierto movimiento y contribuye a romper la ley de la frontalidad.
Se expresa en un abandonamiento como de cansancio total, comparada con esculturas helenísticas del último periodo y con una clara influencia del Laocoonte y sus hijos, también, según el historiador Tolnay, con un san Sebastián de Antonio Rossellino.
Vasari, arquitecto, pintor y escritor italiano considerado uno de los primeros historiadores del arte, interpreta las esculturas de los esclavos con una iconografía de las provincias sometidas por Julio II al poder de la iglesia y Ascanio Condivi, discípulo y biógrafo de Miguel Ángel, con un significado de las artes liberales, dándole al Esclavo moribundo la alegoría de la pintura por la mona que tiene a sus pies.
Al ser eliminadas estas obras para el monumento de Julio II, Miguel Ángel regaló esta escultura junto con la del Esclavo rebelde, en 1546 a Roberto Strozzi, el cual hizo transportar las esculturas a Francia en abril de 1550.
Éstas llegan a manos del rey Enrique II quien regaló ambas estatuas a Anne de Montmorency, condestable de Francia, y en abril de 1578 estaban colocadas en dos nichos del pórtico de Los Esclavos en el patio de su castillo en una pequeña licalidad al norte de Paris llamada Écouen.
En 1632 Enrique II de Montmorency las regaló al cardenal Richelieu que las tuvo en su castillo de Poitou, donde las vio Bernini.
Finalmente fueron confiscadas por el gobierno francés en el año 1793 cuando se pretendían vender por la viuda del último mariscal Richelieu. Desde entonces se encuentran en el Louvre.
Fue ahí donde posiblemente se dio origen a la réplica de bronce que se colocó en el Parque Juárez en 1947.
Debido a su naturaleza, que es la desnudez del personaje, fue retirada y llevada al parque María Enriqueta con la intención de ocultar la falta de pudor plasmada por el artista italiano.
No fue sino hasta principios del siglo XXI cuando ésta fue colocada nuevamente en el parque Juárez, justo donde se encuntra hoy en día, donde ha sido admirada por su gran estética.