Con mucho orgullo les doy la noticia de que tenemos un nuevo colaborador en la página. Su nombre es Carlos Alejandro. Él es de origen xalapeño pero radica en el Distrito Federal. Tiene 65 años de edad y nos quiere compartir sus anécdotas y vivencias en esta hermosa ciudad de Xalapa. Se puso en contacto con nosotros y esta es la primera de muchas historias contadas asi, como debe ser, al vuelo, narradas desde el recuerdo de un corazón xalapeño. Espero que les guste.
Amigos de «XALAPAVERACRUZ.MX», atento a su invitación, envío una parte de mis vivencias cuando residí en esa primorosa tierra, a mis 14 y 15 años de edad, en 1964-65:
AQUELLOS TRENES…
«En esos años de mi lejana juventud, existían 6 corridas diarias de los Ferrocarriles Nacionales de México: la México-Veracruz (101 y 102) que pasaban por Xalapa, la primera a las 04:25 y la segunda a las 0:05; la Puebla-Veracruz (135 y 136) que «subía» a Puebla a las 11:15 y «bajaba»a Veracruz a las 14:45 y por último el «local» Xalapa-Veracruz, cuyo número escapa a mi memoria (creo que eran 110 y 111) y que salía de la capital veracruzana a las 7:10 y del puerto jarocho, a las 15:00, arribando a Xalapa a las 19:00. La primera de las rutas (México-Varacruz) llegaba a Xalapa exactamente a las 0:05, era corrida nocturna y llevaba carros dormitorio. Allá, por los años 48-49, de había modificado el escantillón de la vía, de angosta a ancha, y existía un tren diurno de México a Veracruz, que inclusive, contaba con carro comedor y salón; fracasó y quedó únicamente el nocturno; éste a su vez contaba con tres dormitorios, dejando uno en Xalapa y con preciosos coches de primera numerada, de color blanco con verde, de ventanas panorámicas que, ¡sólo Dios sabe que fue de ellos!. Ya, para los años que viví en Xalapa, no existían ya.»
«Pero después de esta larga introducción, he de relatar que como joven soñador e ilusionado y llevando en la sangre el gusto por ese medio de transporte que heredé de mi abuelo, Demetrio Gutíerrez Carrera, Fogonero de Camino, muerto en el servicio un 13 de enero de 1949 (muerte que relataré después), casi no había día en que, al anchecer, esperara el tren de Veracruz en la extinta y ya desaparecida, estación de «Los Berros», que de encontraba al final de la hoy Avenida Rébsamen, entonces calle, y viajaba de ahí a la Estación «Nueva» (actualmente se usa, únicamente para carga y sus talleres para reparaciones de locomotoras…¡lástima! una estación tan hermosa, orgullo del gobierno de Miguel Alemán). En el trayecto no había nada de casas habitación, compo razo, por completo. No existía la Av. Lázaro Cárdenas y mucho menos Araucarias, ni Presidentes…nada, absolutamente nada. Recuerdo que, después de atravesar por debajo, el puente de la Av. 20 de Noviembre, a la derecha daba inicio un camino de terracería rumbo a la laguna del Castillo y en uno de sus flancos, había una humilde casita, con sus velas encendidas, pero nada de los actuales asentamientos; Xalapa terminaba al oriente por lo que hoy es la Av. Murillo Vidal, que ni existía en 1964-65. Retomando, llegaba a la Estación «Nueva» el tren, arrastrado por una pequeña locomotora General Motors (de la serie 5800) diesel eléctrica, batiendo la campana (que se encendía por medio de un interruptor); al llegar, bajaba el pasaje y la escolta formada por contingentes del 21° Batallón de Infantería («el veintiúnico» era llamado por los xalapeños) y tomábamos el camión de aquellas inolvidables líneas de la «Cooperativa del Servicio Urbano de Xalapa», la «Calvario-Estación» y la «Piedad-Estación»; cualquiera de las dos nos llevaban a nuestro destino…¡Xalapa no era lo que es hoy». Respecto a los soldados de la escolta, tomaban, por lo regular, el «Calvario», ya que éste los dejaba el el cuartel frente al mercado Jáuregui, donde estuvo la Gloriosa Comisión Geográfico Exploradora, en la hoy calle de Altamirano.»
«Para concluir, a veces se me ocurría ir a pié de la Estación a una Escuela Secundaria, muy pequeña, que de encontraba sobre la Av. Miguel Alemán; ahí trabajaba mi señora madre, Jovita Gutiérrez, como profesora de Corte, dando clase a las alumnas. Era una secundaria vespertina; el trayecto era realmente hermoso: nada ni nadie me molestaba y disfrutaba,en las noches claras, de un espectáculo fascinante: un cielo estrellado como ya no es posible ver (hasta se veía la Vía Láctea); alguna vez fui a pié hasta La Rotonda y desde la esquina de Miguel Alemán y Américas, tuve la oportunidad de distinguir la luz intermitente del faro de Veracruz.»
Espero que les hayan interesado estas vivencias, que aún recuerdo con nostalgia y me hacen amar más y más a mi Xalapa. Continuaré, si me lo permiten con otras referencias, Gracias.
CARLOS ALEJANDRO VÁZQUEZ GUTIÉRREZ .
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