En sus inicios, la plaza Sebastián Lerdo de Tejada, o más comúnmente Plaza Lerdo, tuvo otros nombres: jardín de la Plaza o jardín del Zócalo.
En sus primeros años lucía como escenario abierto en donde se transitaba a caballo y como centro o corazón del entonces pueblo.
En el periodo de la Reforma y por la influencia inglesa y francesa en el diseño urbano de las ciudades de México, se puso énfasis en los jardines, monumentos y apertura de calles. En ese entonces Xalapa ya contaba con varios jardines resultado de su ubicación geográfica propicia para.
A inicios de la década de los 80 del siglo XIX se le llamaba jardín de la Plaza y se encomendó a los señores Hilario Guevara y las señoras Ana Bonilla de Mejía y Micaela Retordillo de Bonilla, por parte de la presidencia de la Comisión de Policía, el cuidado de dicho jardín.
También se encomendó la fabricación de macetas a un alfarero de apellido Flores, a quien se le pagaría con la venta de las rejas que habían retirado del lugar con la intención de mejorar el lugar.
Antonio Ramos, sargento policía, el 23 de mayo de 1881, fue quien recibió la tarea de la vigilancia, aseo y conservación de la fuente que se había dispuesto en la plaza ya que los jefes de manzana no mostraban eficacia en dicha labor.
El ayuntamiento gastó 37.50 pesos en la limpieza de la cañería que llevaba agua hasta esa fuente y los vecinos de las demás fuentes de la villa de Xalapa fueron quienes las cuidaron.
Apolinar Castillo, gobernador, en su informe de 1882 reportó reformas al jardín del Zócalo con un importe total de 625.10 pesos que comprendía: construcción de cincuenta y un varas lineales de bancas de mampostería con losa de mármol, ocho asiento construidos de madera y fierro y la reposición de otros; la instalación de veinte faroles, cuarenta columnas de fierro, cuatro fuentes pequeñas con macetones, veinte camellones con canastilla de fierro, así como la reposición de la fuente central.
De las actividades comerciales que se llevaban a cabo en la plaza se tiene registro de la venta de nieve para lo que se utilizaban “casillas” que pagaban por derecho de puso 50 centavos diarios. Más tarde la cuota fue reducida a la mitad por la Tesorería Municipal en 1984 luego de la petición de los dueños del negocio.
En los años previos al cambio de siglo, se rediseñó la plaza y se hicieron ejes diagonales, a manera de andadores que confluían en una fuente central de sencilla forma circular. Las porciones resultantes eran cuatro grandes jardineras rodeadas de algunas bancas pequeñas de madera y otras de mayor tamaño construidas de mampostería; contaban también con un buen número de faroles para el alumbrado.
Fue en esa época cuando recibió el nombre de parque Lerdo, el honor al político xalapeño Sebastián Lerdo de Tejada, y desde ahí se convirtió en una de las zonas más dinámicas que servían de referencia para pobladores y visitantes.